"La miseria no sólo destruye el desarrollo corporal. Es un antídoto de todo lo espiritual y opera una destrucción radical de todo aquello por lo que el hombre se siente humano".
Ascendemos pues a un plano superior de la miseria: primero el desamparo de la incultura. Algo más impalpable de la promiscuidad del tugurio o la enfermedad repugnante, pero una miseria más profunda y dolorosa por la supremacía de los valores del espíritu sobre los de la carne. Y subiendo un escalón más llegamos al punto que como católicos nos ha de interesar más: la irreligiosidad. Los cinco ríos de negrura a que nos hemos asomado desembocan en un mar de irreligiosidad y de ateísmo práctico. Y precisamente por eso nos duele. Es el schock más violento y trascendental.
Método activo

Si se puede hacer una visita a una escuela o a un Instituto Laboral no para admirar su arquitectura, sino para establecer contacto con sus moradores en un ambiente de camaradería y comparar lo que se hace con lo que se deja de hacer, sería el ideal. Lo mismo si no se ha visitado nunca una catequesis, esta es la ocasión para asistir e incorporarse a esta maravillosa escuela de virtudes humanas y cristianas. Por lo menos este domingo a la salida de Misa me voy a a tomar la molestia de contar el número de hombres en comparación con el de mujeres que salen de la Iglesia.
Tan importante como que yo baje al suburbio, es el que el obrero suba a mi círculo social. Hay obreros de la HOAC u otras asociaciones religiosas que están deseando hablar a otros de los problemas espirituales y materiales de su clase.
Sinceridad en enjuiciar nuestro catolicismo
Despojémonos de todo prejuicio. no entremos en este tema suponiendo que nuestra nación es el país más católico del mundo y que si hay sombras, la culpa la tienen los masones, los liberales o las Internacionales Comunistas. El único juicio ante quien nos interesa defender a los hombres de nuestra Patria es en el juicio, que más allá de fronteras de rencillas o acusaciones, vaya haciendo Jesucristo a la hilera de personas que se presentan ante El después de la muerte.No seamos estrechos en nuestra mirada. Si somos estrechos de miras e nuestros juicios, no podremos ser como Jesucristo que redimió a todos los hombres. Y reconozcamos que con la mayor buena voluntad del mundo, nos podemos equivocar. Cuenta el Director de un gran movimiento social católico que estaba visitando en Chile un fundo extensísimos. Los indios que trabajaban en la finca vivían en chozas miserables y de un modo antinatural y anticristiano. El propietario orgulloso de su obra le pasó a enseñar una magnífica capilla moderna que él había construido y que había sido consagrada por el Obispo hacía poco tiempo. "Hubiera sido mejor - cuenta este sacerdote - que esta iglesia no estuviera aquí y las casas fueran mejor. En vez de esta casa de Dios, casas cristianas para sus obreros. ¿Cree Vd. que con eso agrada a Dios o más que halaga a su vanidad y a su amor propio? Por supuesto herí su sensibilidad. Ya no me volvió a visitar a su finca". ¿No se podría aplicar esta última frase de Monseñor Ligutti a algunos aspectos de nuestro catolicismo?
Una vez más nos vemos obligados a repetir que este deseo nuestro de poner ante la vista la situación fea de nuestra educación y nuestro catolicismo, no tiene más móvil que el de remover las conciencias tranquilas de colegiales y universitarios, la mayoría de los cuales viven en el más placentero de los limbos respecto a estas materias. Sabemos de memoria el esfuerzo ingente que se está realizando en ambas esferas y los esgrimimos cuando es necesario. Pero nuestro propósito de hoy es impresionar con las tintas negras para zarandear la pereza de los que creen que no hay nada que hacer.
